23.11.06

La censura en Europa

Foto: Armin Wegner

El gobierno francés aprobó una ley que sanciona como delito el negar el genocidio armenio de 1915. Además de que los historiadores siguen discutiendo si se trató en verdad de un genocidio, esta medida alienará aún más al gobierno turco en su búsqueda de ingresar a la UE (sobre todo con la tensión por los resultados de las elecciones en Holanda). Lo que es peor, este es un episodio más en la creciente censura que se ejerce en varios países de la UE, sin que las organizaciones defensoras de la libertad de expresión, de información y de prensa se hayan pronunciado al respecto.

En la UE es cada vez más fácil restringir la libertad de los ciudadanos. Se suele entender que los límites de la libertad de expresión son los delitos como la difamación o la calumnia, y que un mecanismo de defensa adecuado es la responsabilidad civil, y siempre se trata de fiscalización ex post, salvo casos de tutela judicial preventiva para un caso específico.

Las provisiones legales contra el revisionismo del holocausto judío suponen un quiebre dramático: se aplican ex ante y de forma general, estableciendo una prohibición absoluta que ha afectado incluso a académicos con sustento para sus opiniones divergentes (la prohibición sobre el genocidio armenio sigue una línea similar.). Sobre ello, el argumento de The Economist es bastante bueno: quienes niegan el holocausto deben ser sometidos al escarnio público que merezcan –de ser el caso-, en lugar de verse convertidos en héroes en la lucha por los derechos civiles.

La tibia defensa de la libertad de expresión por la UE cuando se dio la polémica sobre las caricaturas de Mahoma hizo patente la falta de convicción en varios gobiernos de Europa respecto al valor de la libertad de expresión como basamento de la democracia representativa. Lo que es más grave es que fue evidente la falta de consecuencia en la censura, aplicándose un doble estándar: se protege a los judíos con las normas sobre el holocausto, pero no se protege a los musulmanes contra las burlas hacia su personaje sagrado. No estamos de acuerdo con la censura existente y no planteamos que se extienda a los musulmanes la protección que existe respecto a los judíos. Pero si se establecen prohibiciones de ese tipo al menos deberían tener carácter general, pues la distinción entre la protección discrimina a los musulmanes.

La norma del gobierno francés no permitirá obtener mayor información sobre qué sucedió entre turcos y armenios durante la Primera Guerra Mundial y evitará que los académicos que residen en Francia puedan estudiar mejor aquellos casos. Nos parece que es mejor para las víctimas y sus descendientes que se discuta sobre el holocausto o sobre el asunto armenio, en lugar de volver anquilosada su memoria. Lamentamos que la libertad de expresión pueda ser restringida con tanta facilidad, sin que la población (sobre todo la francesa, tan adepta a la defensa de las libertades civiles) se oponga con fortaleza a la privación de una parte fundamental de las garantías que tiene para supervisar la marcha de los asuntos públicos.

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