6.11.06

¿El desarrollo necesita democracia?

Foto: NIH.

El impulso que Amartya Sen dio a la teoría del desarrollo, convalidado en 1998 con el premio de economía en memoria de Alfred Nobel, permitió un crucial debate sobre las directrices que aumentan el bienestar en un país. Un elemento importante del canon de Sen es la relación entre la democracia y el desarrollo, pues en aquella se establece mecanismos adecuados para supervisar al gobierno y para lidiar con los cambios de manera más dinámica.

Si bien la evidencia que Sen ofrece al respecto es bastante interesante, creemos que es sostenible que un régimen no democrático pueda ser el que genere las condiciones necesarias para el crecimiento, que luego puede llevar a la democracia. Los exitosos casos de Chile, Corea del Sur y Taiwán partieron de regímenes autoritarios, como fueron los de Augusto Pinochet, Park Chung Hee, Chun Doo-hwan y Chiang Kai-shek. El éxito de estos países es incontestable, y la fortaleza de la democracia en los dos primeros es un buen ejemplo del avance desde el autoritarismo.

China, que según varios estudios será la segunda mayor economía del mundo en menos de 20 años, mantiene un asombroso crecimiento económico pese a atropellar de forma sistemática los derechos humanos de millones de chinos.

Tailandia tuvo grandes avances bajo el gobierno de Prem Tinsulanonda, pese a que no fue exactamente representativo. Hoy se sostiene que el general tuvo un importante rol en el reciente golpe de estado del 19 de setiembre. El debate está centrado en cómo llegar a una democracia fuerte, cuando la ampliación del bienestar de los tailandeses es una realidad que superó al idealismo democrático.

La Rusia de Putin se recupera de su transición y, si bien aún tiene mucho por resolver, la mano dura de su presidente los está sacando de la recesión, pese a las flagrantes agresiones contra los chechenios, sus difíciles relaciones con Georgia, Ucrania y Armenia y la tensión con la UE sobre el suministro de energía y la violación de derechos humanos.

El gran crecimiento brasileño en la década del setenta partió de la fortaleza –y los abusos- de sus gobiernos militares, sobre todo el de Ernesto Geisel, una importante figura de la dictadura militar que terminaría devolviendo el poder a los civiles. Otro tanto en Uruguay, bajo el régimen de Juan María Bodaberry.

¿Significa esto que la democracia no es la mejor vía para alcanzar mayor desarrollo? Existe perturbadora evidencia en torno a las virtudes de los autoritarismos para alinear intereses, aún cuando en muchos casos ello implique una grave afrenta a los derechos humanos. Pero hay graves e importantes consecuencias sociales tras los excesos autoritarios. Lo relevante es constatar que la relación "a mayor democracia, mejor desarrollo", es al menos discutible, y que la apología de los derechos humanos debe buscar su fortaleza en lo ético más que en lo económico. Lo que sí parece claro es que luego de regímenes autoritarios que tiendan al desarrollo, se suele llegar a una democracia o al menos a un relajamiento de aquellos.

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