6.12.06

Fiyi: un golpe anunciado

Foto: The Associated Press

Frank Bainimarama iba, eventualmente, a dar un golpe de estado contra el débil gobierno de Laisenia Qarase. Las elecciones de mayo pasado, en las cuales Qarase fue reelegido, dejaron a su partido nacionalista, el SDL, con un reducido margen de mayoría en el congreso, lo que aumentó la tensión entre el primer ministro y el militar. Tras el golpe, los fiyianos nacionalistas podrían liderar el repudio contra el golpe, pero hasta ahora la situación es pacífica. Se ha señalado que se respetará el mandato del presidente, Ratu Josefa Iloilo, lo que podría dar algo de estabilidad ante una tormenta en ciernes.

La rebelión en Fiyi deja importantes preguntas pendientes. Lo primero es reflexionar nuevamente sobre lo delicadas que son las democracias, algo que se suele olvidar cuando se piensa en regímenes bien establecidos y duraderos. Una democracia pensada bajo la tradición rousseuaniana requiere una continua realimentación del contrato social. Por eso es que las desigualdades, a menudo étnicas, y los desencuentros, a menudo ideológicos, afectan la viabilidad de las democracias. Eso hace que cuando la población no esté contenta con el desempeño de los gobernantes, no asuma la responsabilidad que le corresponde por haberlos elegido.

Eso es evidente en Fiyi, dividido en torno a las etnias, y que se reflejó en el intento de golpe del 2000 y el tratamiento a los culpables. Bainimarama combatió ese intento, y el pretexto para su rebelión fue el trato indulgente con los rebeldes. La poca confianza que se tenía en los canales democráticos llevó a este caudillo militar a una salida fuera del marco constitucional. La política de Qarase parecía destinada a reducir las tensiones entre los nativos fiyianos y los inmigrantes indios, que fueron los detonantes de los golpes de estado anteriores (el de Bainimarama es el cuarto en menos de veinte años), pero fue muy criticada por un presunto conflicto de intereses. Tampoco ayudaron las acusaciones de corrupción, que restaron legitimidad al régimen.

Lo segundo, es el rol de la comunidad internacional frente a la defensa de la democracia. Se ha señalado que el gobierno de Qarase buscó la ayuda de los gobiernos australiano y neozelandés, pero esta no llegó mas que en forma de una condena a las amenazas de Bainimarama. Hoy muchos estados se han mostrado disconformes con el golpe, pero no cabe duda de que pronto se tolerará una "reestructuración" en Fiyi. Falta un compromiso mayor para defender la democracia: hay mucha retórica pero pocas acciones concretas al respecto.

La situación de Fiyi se verá muy perjudicada en lo económico, pues depende en gran parte del turismo, un sector muy permeable a la agitación política. La posición de Bainimarama tampoco es sólida, pues no es claro si cuenta con el respaldo de las fuerzas armadas en conjunto. Incluso debió esconderse tras un amotinamiento posterior a la debelación del intento de golpe del 2000. Esto puede ser contradicho por el apoyo del presidente Iloilo, pero no puede olvidarse que gran mayoría de conflictos armados en las últimas dos décadas han sido guerras civiles, sobre todo basadas en reivindicaciones étnicas y políticas.

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